Junto a la Fundación Avina, la Fundación Indra, la Intendencia de Rivera y la DINAMA,
Con una superficie aproximada de 26 mil hectáreas, el Parque Natural Regional Valle del Lunarejo es por su flora y fauna únicas un auténtico paraíso de la biodiversidad. Y es en ese imponente marco, en una porción de 900 hectáreas de ese lugar todavía desconocido por muchos uruguayos, que una familia de emprendedores escribe su historia desde hace tres generaciones.
Allí, rodeado por el bosque nativo de más de 500 años de vida, Juan Aguirre hizo realidad un sueño compartido por su abuelo, su padre y él mismo: convertir el lugar en un negocio familiar sustentable.
Cuando su abuelo compró el terreno en el Valle del Lunarejo fueron pocos los que no lo tildaron de “loco” o “incoherente”. La razón que aducían al llamarlo así era que un tercio del campo que acababa de adquirir no podría destinarse a la actividad agropecuaria por estar ocupado por el bosque nativo. A la vista de la gran mayoría era un negocio muy poco provechoso.
Desde sus inicios, la estancia Santa Josefa se dedicó a la cría de ganado. “La empresa agropecuaria viene de familia: primero mi abuelo y luego mi padre. Y yo quise hacer algo que llevara también mi marca”, contó Juan a Journey.
Fue en ese tercio del terreno ocupado por el bosque nativo, donde tantas veces jugó de niño, donde encontró la oportunidad. Allí donde los “consejeros” de su abuelo veían un problema, él vio potencial.
Juan abrió una posada y diseñó el Paseo Virgen del Valle, un sendero por el que lleva turistas a conocer el monte. A pesar de las dudas iniciales, las respuestas de los visitantes le confirmaron que no se equivocaba: el ecoturismo era una buena opción y pronto se convirtió en un muy buen aliado para ampliar los horizontes de la estancia.
Hoy a Santa Josefa llegan personas de todas partes del mundo y ellas alimentan a su vez, muchas veces sin saberlo, un proyecto que crece sin cesar. “Esta puede ser la última vez que haga esto, dejame hacerlo”, le dijo hace un tiempo un hombre mayor interesado en realizar la caminata por el monte que ofrecía el Pase de la Virgen del Valle. Ese día fueron a paso lento, procurando tomar todos los recaudos posibles y sin importar que la caminata demandara el doble del tiempo del habitual. Esa experiencia fue el germen de una nueva idea: hacer que el bosque nativo sea accesible a todos.
Juan buscó respaldo en el ambicioso proyecto de conservación del bosque nativo y los recursos hídricos que desde 2016 lleva adelante
El primer paso de la nueva iniciativa de Juan fue alambrar el monte nativo dentro del predio de Santa Josefa para evitar el ingreso del ganado y eliminar así el sobrepastoreo que impide la reproducción natural del bosque y cuyo retroceso afecta su capacidad para retener el agua.
Luego Juan avanzó en la construcción de un sendero de acceso universal, que permite recorrer el monte. Con la ayuda de su hermana arquitecta, diseñó un camino apto para ser utilizado por personas mayores, en sillas de ruedas, niños y por quienes padecen alguna dificultad motriz.
Con su emprendimiento, Juan contagia todos los días su amor por el monte y bosque en los que creció al tiempo que ayuda a su conservación y explora nuevas maneras de conectar a las personas con lo más ancestral de la tierra uruguaya. Ese sueño que nació un día del espíritu emprendedor de su abuelo, crece hoy de la mano de su nieto.
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