El proyecto de conservación del bosque nativo del Valle de Lunarejo es uno de los programas de recuperación de la biodiversidad, suelos y recursos hídricos más importantes de Uruguay. La iniciativa, que consiguió un trabajo en red sostenido durante cuatro años entre la Fundación Indra,
Los bosques nativos son vitales para la conservación de las cuencas hídricas, los suelos y la biodiversidad. Con esta premisa es que
Y los resultados obtenidos luego de cinco años de trabajo son más que alentadores. En el marco del programa se realizaron pruebas de infiltración de modo de contar con parámetros que sirvieran de indicador de la calidad de los suelos, la capacidad de retención de agua y de la recuperación de la biodiversidad. “En la mayoría de los casos se observó que hubo una mejoría en cuanto a la distribución, la absorción y la conservación del agua en las áreas conservadas de hasta 3 y 4 veces por encima de las áreas fuera del proyecto”, explicó a Journey Marcos Estrada, ingeniero agrónomo e integrante del equipo técnico del programa.
Estos estudios científicos, que permiten certificar el impacto positivo del trabajo realizado en el Valle del Lunarejo, fueron diseñados junto al Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA), sus resultados cuentan con el aval del SNAP y fueron además refrendados por una investigación llevada adelante por la Universidad de la República.
Para lograr estos resultados la clave está en los árboles. Cuidar el monte nativo repercute directamente en el cuidado de la calidad del agua y la fertilidad de los suelos, explicó Marcos. Es que los árboles ofician de barrera biológica que minimiza los daños de la lluvia: en la etapa de intercepción, las hojas reducen la fuerza con la que las gotas caen al sueño, disminuyendo así el riesgo de erosión debido al escurrimiento superficial. "La masa vegetativa diversa hace que el agua de lluvia caiga despacio evitando la erosión del suelo y el escurrimiento hacia los ríos", explicó Marcos.
Este proceso natural facilita la infiltración de agua y el llenado de reservorios acuáticos subterráneos como el del Lunarejo.
En esta zona la actividad productiva más importante es la ganadería extensiva, por lo que, al desafío de reforestar y recuperar los bosques, se sumó el control del ingreso de animales. "El ganado se come el rebrote de los árboles pequeños, con su pisoteo compacta el suelo disminuyendo la infiltración del agua y contamina las nacientes de agua con su orina y defecación", apuntó Aler Donadío, presidente de Fundación Indra.
A partir de 2021 y con los objetivos cumplidos de alcanzar las 3.000 hectáreas recuperadas de bosque nativo, el proyecto está entrando ahora en su etapa de mantenimiento en la que la conservación de los recursos hídricos seguirá siendo uno de los pilares, así como lo es también para
Acciones como la del Valle del Lunarejo se enmarcan en la política global de cuidado de agua de la Compañía, que se traduce en la reducción de su uso, recuperación y tratamiento en las plantas embotelladoras, programas de acceso a agua en comunidades vulnerables y el apoyo a iniciativas de preservación y protección de cuencas. De esta manera, desde 2015 cumplimos el compromiso de devolver a la naturaleza el 100% del agua que utilizamos en nuestras bebidas a nivel global, una meta que alcanzamos cinco años antes de lo previsto.
Este año la Compañía
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