Una de las principales tareas de mi trabajo es la preservación de los materiales que contienen los Archivos de
No es fácil preservar las cintas de los videocasetes, y esto se debe al modo en el que fueron creados. En términos simples, el óxido de hierro magnetizado se aplica a una tira de plástico delgada enrollada en dos núcleos. Pero el proceso de creación puede salir mal, y eso suele pasar. La hoja de plástico se puede estirar; el óxido de hierro se puede humedecer (lo que ocasiona un problema que se denomina “cinta pegajosa”) o incluso perder el magnetismo, generando una pérdida de imagen. Si alguna vez intentaste reproducir un VHS viejo, seguramente pudiste notar algunos de los síntomas del paso del tiempo.
En plena era digital se asume que cambiar de soporte es una tarea sencilla. Pero se trata de un camino muy complejo si se tiene en cuenta la variedad de formatos en los que están grabados nuestros contenidos: VHS, Quad, D-1, D-2, U-matic... la lista es casi infinita. Y todavía más importante es que hay que tener un dispositivo que pueda reproducirlos. No se puede ver un VHS en un equipo Beta, y así sucesivamente. En algunos casos, las cintas son tan antiguas que las máquinas para reproducirlas son en sí mismas dignas de museo. Por ejemplo, la cinta Quad (de cinco centímetros) no se ha utilizado por décadas y los equipos son muy difíciles de encontrar. En nuestro caso, eso es fundamental ya que nuestra icónica publicidad de Mean Joe Greene (en inglés) fue creada en Quad, y la única copia original que tenemos está en ese formato.
Le recomiendo a cualquiera que tenga recuerdos valiosos en cintas de video de más de 10 años de antigüedad a que migren el contenido a formatos digitales. Si no lo hacen, corren el riesgo de perder memorias valiosas a medida que los formatos antiguos que las alojan se degraden.
Ted Ryan es Director de Comunicación Histórica en The Coca-Cola Company.
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