Montevideo guarda historias. En sus calles, rincones, habitantes. Sólo hace falta querer encontrarlas para descubrir aquellas pequeñas anécdotas que van formando la identidad de la ciudad. Una de esas historias, para muchos desconocida, puede encontrarse en la esquina de Francisco Canaro y Bulevar Artigas. Hace 77 años, en esa misma esquina, abrió sus puertas La Giralda.
Es un bar amplio, con sillas de madera y una barra que deja ver el horno donde se cocinan las pizzas que los mozos acercan a las mesas con tanta amabilidad como velocidad. Por allí pasaron presidentes, ministros, artistas, médicos, un sinfín de personalidades públicas pero también familias como tantas otras en busca de compartir un buen momento alrededor de la mesa. Sin embargo, La Giralda es mucho más que eso y excede largamente la escena local montevideana. Su historia se entrelaza íntimamente con la historia a escala global de
Una placa, en el fondo del local, da cuenta de ello: “1943 – El propietario de ‘La Giralda’ fue el primer cliente que pidió que le dejaran el primer cajón de
Martín Barreiro es uno de sus actuales dueños. Cuando sus tíos inauguraron el local, en 1941, él todavía vivía en España. Llegó recién unos años más tarde, junto a otros primos, para ayudar en el negocio familiar. Así fue que, de generación en generación, se fue transmitiendo la historia del nacimiento y crecimiento de La Giralda y junto con ella la de la primera botella de
Aún hoy Martín recuerda el asombro que generó en sus tíos la llegada al país de una bebida desconocida, americana y gustosa que provocó una verdadera revolución en la venta de sodas.
Apenas dos años después de que La Giralda abriera sus puertas, hizo lo propio, y tan solo a 20 metros de distancia del bar, Montevideo Refrescos, embotellador de
En el local Martín limpió baños, descargó cajones, limpió ventanas, lavó platos, pasó por la fiambrería y atendió al público. Conoce cada uno de los rincones del bar como a cada uno de los trabajadores de Montevideo Refrescos que a lo largo de los años vio entrar y salir del local. “Llegaban con alegría, vendían su producto con una sonrisa y defendían la marca” cuenta y admite que veía reflejado en la actitud de esos vendedores y gerentes exactamente lo que quería para su propio negocio.
En el rubro de bebidas sin alcohol, La Giralda jamás sirvió productos que no fueran de la marca
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