Valentina Quagliotti guarda un recuerdo muy vívido de cuando, todavía muy chica, escribió un cuento en el que narraba la historia de Agustina, su hermana, que nació con síndrome de Down y se convirtió en la protagonista indiscutida de todos sus relatos. Con el paso del tiempo esos cuentos sueltos se fueron acumulando y terminaron convirtiéndose en un libro.
Cuando Valentina intenta explicar qué es Ikusi siempre comienza por este recuerdo porque, asegura, ayuda a comprender su necesidad por contar y dar voz a historias valiosas. En respuesta a esa necesidad es que fundó esta productora social que busca definirse con tres palabras: “Vemos, contamos, cambiamos”.
Ikusi (en vasco, “ver”) nació como un proyecto de tesis en el que Valentina se proponía crear una productora audiovisual dedicada a narrar las historias de organizaciones y emprendimientos con un fuerte impacto social positivo. Pero su idea traspasó la etapa del proyecto: ya con el título de Licenciada en Comunicación Social bajo el brazo, Valentina dio vida a la primera productora social del Uruguay.
La idea prendió rápido, al punto que fue uno de los primeros emprendimientos elegidos por la incubadora SociaLab para formar parte de sus programas de mentorías. La iniciativa, además, fue uno de los tres emprendimientos seleccionados de entre decenas por
En 9 años de trabajo Ikusi ayudó a contar las historias de organizaciones como Unicef, Reaching U, Enseña Uruguay, Impulso y Grameen por solo nombrar algunas, y en 2017 incluso se ganó un espacio en el horario prime time de la televisión abierta. Fue con el programa “Destacados”, un novedoso formato que apostó a reconocer el trabajo de aquellos uruguayos dedicados a los demás dando a conocer sus inspiradoras historias.
Un camino con dificultades, pero con objetivos claros
La convicción de Valentina fue clave para perseverar en un camino lleno de obstáculos. La fundadora de Ikusi aseguró a Journey que convertirse en una emprendedora social no fue sencillo aunque reconoció que la tarea le brinda muchas satisfacciones.
Del largo camino recorrido, destaca la importancia de tener una meta bien identificada. “Además, es importante saber cuál es el impacto social que se busca generar y bajarlo a realidades concretas. Durante ese proceso de concreción no hay que olvidarse de conectarse con las personas con quienes se trabaja y sus contextos”, explica, y advierte que es fundamental “tomar conciencia de que el emprendimiento debe ser económicamente sustentable”.
Aunque asegura que el ecosistema emprendedor mejoró mucho en Uruguay en los últimos años, advirtió que todavía hay más por hacer. “Me gustaría que fuera más grande e inclusivo, que haya lugar para emprendedores de todos los rincones del país, en diversidad de rubros y tamaños. Que haya también lugar para emprendedores con diferentes tipos de desafíos. Y de todas las clases sociales. Me gustaría que se multipliquen y que las herramientas necesarias para emprender se vuelvan más accesibles. Que existan más estímulos para que más personas se animen a intentarlo”, concluyó esperanzada, fiel a su estilo.
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