Cuando Gustavo Ferrari decidió rendirse a su pasión por la escultura, 15 años atrás, nunca imaginó que llegaría a poner su sello en el Campeonato Uruguayo de Fútbol. Aficionado al deporte y seguidor del Club Atlético Peñarol, Ferrari considera un honor la oportunidad que se le presentó para realizar la nueva versión de la copa
“Todos tienen su tiempo y su gloria y, en este momento, la copa
“Para mí, la copa
Una tarea milimétrica
Coca-Cola buscaba innovar y cambiar el tradicional trofeo por uno más moderno, sustentable, liviano y fácil de levantar. La agencia de publicidad McCann diseñó la nueva copa y Ferrari concretó la idea.
El proceso resultó completamente artesanal, por lo que el único molde estaba en la mente del artista. Su gran preocupación consistía en ser capaz de reproducir una esfera perfecta que pudiera representar bien una pelota, en la parte superior del trofeo. Poco a poco, en su pequeño taller de La Paloma, el temor fue dando lugar a una réplica idéntica, “en tamaño y perfección”, al diseño que había solicitado
“La parte que más me gustó fue la construcción de la pelota, porque mi mayor miedo era que no quedara bien. Una esfera tiene que ser perfecta, así que utilicé un balón al que le saqué los gajos de cuero para tener el diseño de cada uno y poder armarla. Después, le di toda la curvatura hasta llegar a lo que es. Dio mucho trabajo, pero para mí fue una satisfacción enorme. Cuando la vi terminada me quedé sin palabras”, cuenta Ferrari.
“El trofeo está realizado con pequeños pedacitos para los que usamos una chapa de dos milímetros, un pedazo macizo de bronce que usaba en mi taller y un trozo de madera de pinotea, de más de 100 años, que trabajamos con una amoladora”, explica el artista.
La belleza del reciclado
Ni siquiera el hecho de que su obra maestra quedara en manos de su histórico rival, el Club Nacional de Football (se coronó campeón el 11 de diciembre de 2016), opacó su felicidad. Nada le impidió disfrutar de la gran fiesta en el estadio Parque Central. “Eso de que lo ganó Nacional y no Peñarol son 10 pesos aparte”, bromea Ferrari.
El escultor, cuyos materiales de trabajo predilectos son el hierro y chapas viejas, aprendió el oficio con un amigo que hacía rejas. Al principio, la falta de dinero y herramientas determinaron que el artista optara siempre por materiales usados, que podía conseguir en su propia casa o a precios más asequibles.
“Con lo que tenía a mano, unos piques viejos y unas chapas, empecé haciendo un percherito, una lámpara y lo fui llevando a otros niveles, materializando cosas en hierro, que es algo que no es común porque lleva mucho más dinero y trabajo, pero es lo que me gusta”, dice el artesano, que también usa las chapas para hacer hornos, puertas y calefactores para vender y así complementar su ingreso. “Yo comencé con este tipo de material y me acomodé. El reciclaje ya es parte de mí. Es un trabajo muy sucio, pero que de una chatarra salga algo bonito es muy gratificante”, añade.
“Saber que lo que hago le gusta a la gente, que se tomen fotos con las obras y las disfruten al verlas en un estadio o una vitrina es la satisfacción más grande que puedo tener. Y oportunidades como la que me ha dado
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